Otros sectores ¿culturales?

La economía creativa es un horizonte de futuro cierto para los territorios y para el empleo. La incorporación de esos sectores a los convencionales es ineludible desde cualquier enfoque sensato. La transversalidad de la cultura propicia la co-participación en la elaboración de nuevos discursos que acepten sin dramatismos nuevas formas de creatividad.

¿De qué forma se deben integrar estos sectores?

Una forma podría ser asentar un foro de comunicación intersectorial que facilite que se visualicen (y se conozcan) los sectores entre ellos.

Otra: promover desde el sector que se unifiquen las clasificaciones sobre industrias culturales, creativas, etc., entre las diferentes administraciones y en las diferentes escalas (regional, estatal, europea, global).

Perfecto. Ya empezamos a tener propuestas concretas. Vamos a ver qué opinan los demás miembros del grupo que todavía no se han lanzado a opinar.

Yo en cambio diverjo.
El hecho de que sectores "económicos" como la publicidad, los videojuegos, el diseño... se incluyan en el cajón "cultura" viene de una lectura económica de la cultura. Una lectura que además sólo busca ser entendida como un sector amplio con un peso en el PIB.
Soy más partidario de pensar bien esta circunstancia porque no se trata de sumar por sumar, sino de conseguir definir colectivamente lo que es un ámbito cultural común. De hecho esos sectores al ser tan diferentes a los intrínsecamente culturales comportan problemáticas muy diferentes. Dicho esto, no niego que sean sectores que beban de la creatividad (actitud del ser humano, que junto con otras, define lo que es cultura); de otra manera, que estos sectores participen en algo de lo que es cultura, no quiere decir que los incluyamos en si como cultura. Si fuéramos estrictos, habría muchos otros sectores que también serían culturales: turismo, agricultura ecológica, etc...

La visión económica de la cultura no es un problema, sino hacia dónde orientamos esa visión. Es cierto que predomina el economicismo, que es una forma hoy de decir el enfoque neoliberal, pero no tiene por qué ser así necesariamente. Hay que rescatar de la jerga neoliberal la palabra "economía", así como sus efectos en la vida y en la cultura. Haber ampliado el ámbito de la cultura y la creatividad es positivo no sólo porque engrose las cifras de su aportación al PIB, sino porque abarca con posibilidades de mayor acierto elementos que condicionan la evolución del mundo de la cultura, a nivel personal y social. Y es cierto que, estrictamente, en tanto en cuanto la cultura es un elemento constituyente de lo humano, entrarían más cosas en su campo, o quizá todo lo humano. Pero hay que ser cauteloso a la hora de acotar un asunto, pues podría llevarnos a discusiones que impidieran el necesario consenso básico para avanzar acuerdos. Parece ser que las industrias culturales y creativas están aquí para quedarse y es bueno que unifiquemos a qué nos referimos con ello, para poder elaborar datos compartibles en diferentes estudios e instituciones que buscan mejorar la gestión de la cultura en sus diferentes aspectos.

La relación entre economía y cultura no sólo es importante, sino que se vuelve necesaria para la supervicencia del sector y de sus profesionales. Para conseguir una Cultura sostenible, independiente y sobre todo, que valore a sus profesionales en el ejercicio de su profesión, debemos convertirla en un verdadero motor de desarrollo. Ello implica a mi entender que debe formar parte del tejido económico de la sociedad.
El videojuego, el diseño, la moda, no sólo son Cultura, es que ya forman parte de la denominada Industria Cultura y Creativa en España, por tanto debemos trabajar también desde sus perspectivas económicas. Las mismas que tiene probablemente un Museo (público o privado), una editorial, o una pequeña empresa de gestión cultural.
La lectura económica de la Cultura comienza desde el momento en el que un/a profesional desarrolla una labor cultural remunerada (como ocurre con todo tipo de profesionales).
Una buena forma de iniciar el debate en la Conferencia sería la de superar la connotación negativa que resulta de sumar economía y cultura.

Evidentemente que economía y cultura están ligadas. Pero coincido con David Márquez, que ciertos aspectos economicistas aplicados a la cultura están haciendo mucho mal a la misma. La subida del IVA cultural frente a la contención del IVA en otros sectores, es por comparación un agravio enorme y un flaco favor a la comprensión necesaria de una cultura como derecho.
Por tanto hay que discernir entre las culturas antes de mezclarlas con la economía.

Otro ejemplo malévolo es que en un concurso público sobre determinados servicios culturales, sea obligatorio adjudicar el menor precio sin tener en cuenta que ese servicio por estar ubicado en la cultura como derecho, pues debería evaluarse cualitativamente y no cuantitativamente, aunque fuera de manera excepcional. Esta podría ser otra propuesta concreta.