"I. Defender la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los ámbitos social, político e institucional de nuestra sociedad."

En mi opinión, habría que añadir a la Declaración Universal de los Derechos Humanos la mención de algún documento de los que desarrollan estos derechos en segunda y tercera generación. Como son muchos, no se incluirían todos, pero sí, al menos:
• PIDESC Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
• ICCPR Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
• Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea
• Declaración de los Derechos del Niño

Esta última declaración viene urgida por la terrible situación de pobreza en que está incurriendo hoy día gran parte de la infancia de nuestro país. El artículo podría quedar redactado así:

"I. Defender la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, posteriormente desarrollados en diversos tratados, pactos y convenios internacionales como PIDESC, ICCPR, Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y Declaración de los Derechos del Niño, en todos los ámbitos."

Propongo intercalar, inmediatamente después del punto I otro artículo:
"II o I-b. Defender la aplicación de los Derechos Humanos desde la mirada y en compañía de todos quienes, en los ámbitos local y global, más sufren su falta de aplicación, los excluidos y en riesgo de exclusión, los señalados teórica y prácticamente como desechables por el sistema socio-económico imperante."

Cualquier gobierno o partido puede apuntarse a "defender la aplicación" de los derechos humanos, sin que le tiemble el pulso. El estado español ya se adhirió:
• En 1948, durante la dictadura, a la Declaración Universal de Derechos Humanos
• En 1977, al PIDESC y al ICCPR
• En diferentes fechas, a tratados posteriores

No basta, por tanto, para definirse éticamente, con la promesa de defender los derechos humanos. Hay que añadir inmediatamente desde qué posición se defienden. Porque no es lo mismo defender los derechos humanos desde la minoría privilegiada que ostenta el poder, que desde los desposeídos.
Conviene por tanto, aparte de la diferencia práctica en la aplicación de los derechos humanos que se presume en Podemos, marcar desde el principio también un diferencial de principios ético-teóricos.
Esta diferencia vendría marcada por la opción de Podemos de situarse, dentro del conjunto social, en la perspectiva de aquéllos precisamente más perjudicados por la falta de aplicación de los derechos humanos. Se hace imprescindible que Podemos ejercite una suerte de discriminación positiva a favor de los colectivos más desprotegidos y carentes. Y no basta tampoco, como hacen otros partidos, con representar a la clase trabajadora, ya que esta distinción no da cuenta suficiente de la complejidad de las divisiones sociales existentes hoy día.
Por otra parte, para cumplir la condición de que Podemos no sea asimilado por el sistema actual de castas, no es suficiente con definir una estructura organizativa y/o normativa. Se trata más bien, y fundamentalmente, de la ubicación de Podemos dentro del espectro social, de en dónde y al lado de quién nos colocamos.
De aquí la necesidad de adoptar la perspectiva que se obtiene desde el terreno de los excluidos y en riesgo de exclusión: niños que pasan hambre, dependientes, ancianos considerados como una carga financiera, gente sin techo, parados de larga duración que han agotado todos los subsidios, familias con todos los miembros en paro, jóvenes sin perspectivas de futuro ni posibilidad de proyecto vital. En definitiva, el punto de mira de aquéllos, cada día más numerosos, a quienes el sistema socio-económico imperante comienza a tratar como desechables. Un referente de la realidad que no se encuentra en los despachos, ni en los claustros.
Por último, no podemos olvidar la interconexión global de la aplicación de los derechos humanos. No podemos exigir el cumplimiento de los derechos humanos en un país, a costa de su incumplimiento en otro, ni que el bienestar de los ciudadanos de un estado se obtenga a costa del malestar de los ciudadanos de otros estados.

Se echa de menos la especificación del compromiso ético hacia adentro, o sea, hacia los otros miembros de Podemos. Se podría incluir un artículo similar a éste:

"En Podemos no se tolerarán actitudes xenófobas, violentas, sexistas, ni discriminación por creencias religiosas. Por otra parte, la solidaridad, el respeto, el compromiso, la confianza mutua y la pedagogía serán los criterios morales que regirán el funcionamiento interno de Podemos."

Bueno, veo ahora que solo se puede hacer una propuesta por "discusión"... ¡Qué pena! Se me han quedado dos pendientes.